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martes, 23 de septiembre de 2008

MANIFESTACION DE ORIETTA MARQUINA - de la primera casa, agosto 24, 2008






NO ME TOQUES, QUE TE TOCO…
NO ME HIERAS, QUE TE HIERO…




El domingo 24 pasado, Jenny y Alicia me invitaron a participar de “Goodbye Casa”, un proyecto artístico multidisciplinario de intervención de una casa que, hoy debe estar ya en proceso de demolición, si no, completamente en escombros. Fui… con muchas dudas. No sabía si me iba a animar a hacer algo. La vez pasada, cuando Vale me pasó la voz para otra acción similar, participé en forma pasiva solamente. No iba con un discurso preconcebido. No sabía qué podría hacer…no tenía un objetivo específico, salvo el romper la inercia creativa en la que sentía, estaba.
Las indicaciones fueron precisas. Llegar fue fácil. Verlas, a lo lejos, a través de la puerta entreabierta, entregadas totalmente a su trabajo, fue inspirador. Un ¡¡¡¡Orieeetttta, viniiiiste!!!! me hizo sentir más que bienvenida. Abrazos y besos aparte, presentaciones de por medio (recién me encontraba con Meche, la tercera del colectivo), conocí la casa. Una a una fuimos recorriendo sus habitaciones. Últimamente oficinas habían funcionado a su interior.
Sí, esto debió haber sido jardín, conversábamos con Alicia. ¿Hasta dónde habría terminado la sala? ¡Seguro que había una terraza después! Arriba, cuatro dormitorios nos cuentan que probablemente la construyeron para una familia mediana o grande, de tres a cinco hijos, me imagino. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Dónde estarán ahora? ¿Vivirán en Perú? Pensar en ellos me hace sentir intrusa. Aunque las evidencias dejadas por los últimos oficinistas eran más que evidentes, no podía dejar de pensar en quiénes la construyeron, en el proyecto de vida que tuvieron y por el que hicieron realidad esta casa.
La amplitud de las habitaciones, el hall de distribución del segundo piso era del tamaño de mi sala-comedor actual, el parquet del suelo, el mármol de los baños, las mayólicas hasta el techo, los grandes y gruesos espejos…todos sus acabados nos hablaban de su antiguo esplendor. Le eché unos treinta y ocho a cuarenta años. No más. Estaba bien conservada para su edad; aunque se notaba que hacía tiempo que no había sido amada. ¡Qué increíble el poder deformador del desamor! Ni la abundante y hermosa luz cenital de la teatina de la escalera lograba contrarrestarlo.
Me decidí por el baño de visitas. Sí, algo chiquito. Algo, que pudiera manejar. Era mi primera vez…Tenía miedo, no sabía por dónde comenzar. Me sentía nerviosa… insegura de no saber hacerlo… El espejo grandote me dio confianza. Sabía que me ayudaría. Era primo hermano del vidrio, un alma gemela para mí. Intenté rajarlo con ayuda del martillo, pero fue imposible. Por más duro que golpeaba, no lograba dejar huella en él. Tenía miedo a salir herida. Busqué una piedra, nada…No lograba vencer mis temores. Vino Alicia y con la seguridad que da la experiencia, la lanzó y logró rajarlo en un tris. Admiré su valentía…No basta saber qué hacer, yo lo sabía… Hay que atreverse. Hay que exponerse. ¿Y si una astilla del vidrio le hubiese llegado al ojo?
Envalentonada por el ejemplo y la ayuda de mi amiga, golpeé el espejo con el objeto de hacer correr algunas de las rajaduras; pero éstas se convirtieron en roturas. Uuuuuuyyyyy, pensé, si lo toco me hiere. Si cualquiera lo toca, puede salir malherido. Con cuidado, removí los pedazos más peligrosos. De repente, el vacío dejado por ellos me conectaron entrañablemente con el espacio, con el baño, con la casa. De repente, las dos éramos una. La presencia, que la ausencia de esos pedazos de espejo, denotaba era la del peligro.
El peligro enfrentado sin temor por Alicia, manejado hasta ponerlo bajo control por mí e irremediablemente no superado por la casa. Todo cambio involucra un riesgo. Recién la comprendí. Recién entendí lo que tanto ella como yo podíamos hacer la una por la otra.




¿Por qué el baño? me pregunto ahora. ¿Qué representa dentro de la estructura de una casa? El baño es el lugar de purificación y depurificación de la materia, de los cuerpos que la habitan. En él botamos toda nuestra mierda, toda la suciedad que pudiera estar afectándonos, y recibimos la energía revitalizadora y purificadora del agua limpia. ¡Qué bieeeen nos sentimos después de un baño! ¡Aaahhhh…qué riiiico es cagar! Son placeres casi orgásmicos….
Pienso en ella, en la casa; pienso en mí…las dos necesitábamos de un ritual de purificación y revitalización con buenas vibras que nos ayuden a enfrentar el peligro, nuestros miedos, y avizorar nuestro futuro con esperanza. Un cambio…Un nuevo horizonte a partir del goce, de la alegría, del sentirnos en armonía con nosotras mismas y con la otra…aunque sea por un instante. No importa que sólo dure ese día. Total, ¿qué es eterno en esta vida? No, lo material por cierto. Allí estaba ella para recordárnoslo.
Todas trabajábamos…cada una en lo suyo. Risas, bromas, abrazos, se mezclaban con silencios laboriosos, con aportes solidarios a los problemas que cada proyecto nos planteaba. Era una atmósfera cálida, íntima…muy femenina. De repente caí en la cuenta de que las convocantes eran todas mujeres., pero no sólo ellas, sino que la casa también era una “ella”…Pensé en la anterior invitación de Vale. Allí los convocantes fueron mayoritariamente hombres…La intervención de esa casa también se llevó a cabo en un ambiente festivo y relajado…lleno de energía positiva. La convocatoria fue hecha con mayor anticipación, así que la participación fue casi masiva. Los interventores, también mayoritariamente hombres, utilizaron preferentemente el graffitti en sus diferentes variantes o street art, para usar una denominación más genérica. Claro, pensé, en esa acción, predominó lo masculino…lo público.
No me había percatado de esa diferencia antes…No, no quiero caer en el cliché de que los hombres son de Marte y las mujeres somos de Venus. Na’ que ver. Pero me pareció interesante como constatación. ¿Sería por eso que me fue más fácil participar activamente? ¿Cómo estaría sintiéndose ella? La casa, dominio ancestral de las mujeres, tradicional bastión de su identidad, de sus dominios…la familia. ¿Pasaría esto por la mente de las chicas y los chicos? ¿Sería relevante esto para ellos? No lo sé…No creo…
Sus propuestas me hablaban de una Venus marciana y de un Marte venusiano. Las propuestas de Ali, Jenny y Meche no eran tímidas ni débiles. Eran arriesgadas física y emocionalmente. En el caso de la invitación de Vale, los proyectos, si bien mostraban un ducho manejo de escena, estaban teñidos de humor y ternura. No, definitivamente no creo que esto que me planteo les parezca interesante. Ellos, gracias a la acción de mujeres de mi generación y anteriores a la mía, son producto del cambio. No se imaginan que existió un mundo diferente. Y que, en algunos lugares, todavía existe.
Pensé en ella nuevamente. En lo que se convertiría…En los que la habitarían entonces…En sus vecinas… ¿Cómo cambiaría el “barrio”? ¿Podrían los nuevos inquilinos imaginarse, como lo hacemos ahora, a las familias que le dieron ciudadanía a estas tierras? No lo sé, todo será distinto. El cambio es inevitable. Pero, gracias a la acción de proyectos como el de Ali, Jenny y Meche y el de Vale y sus amigos, hacemos fuerza para que este cambio sea respetuoso e incluyente. Hoy, igual que ayer, es nuestra propia acción la única que puede lograrlo.
¡Gracias Jenny, gracias chicas, por permitirme intentarlo! ¡Gracias Vale, por dejarme acompañarlos! ¡Goodbye casa, gracias por la oportunidad concedida! Te acompañan mis mejores vibras.

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